SOBRE LEYES Y JUSTICIA
Dos hechos recientes, me han llevado a escribir este artículo:
El primero ha sido el asalto al congreso de los EE.UU. de América, por parte de un ingente número de fanáticos seguidores de Donald Trump. (Condenado casi unánimemente por todo el mundo)
El segundo ha sido, la burda equiparación del citado asalto, con las manifestaciones y luchas por la libertad y los derechos civiles, que han hecho regímenes totalitarios y representantes de partidos políticos de la derecha más casposa o simplemente fascista. Sirva como ejemplo, la grosera equiparación que ha hecho el gobierno de la China, entre el asalto al congreso y las manifestaciones en contra de los recortes de las libertades de Hong Kong.
A los que defienden que la ley está por encima de todo, les recuerdo que:
1º.- La esclavitud ha sido “legal” durante la mayor parte de la historia de la humanidad.
2º.- Las mujeres han sido “legalmente” inferiores a los hombres y se las sigue discriminando.
3º.- Los avances sociales de la clase obrera, sólo se han conseguido a base de movilizaciones o revoluciones, mayoritariamente “ilegales”. Nunca las clases dominantes han cedido parte de sus privilegios voluntariamente, para reparar injusticias sociales.
Son las clases pudientes o dominantes de cada país o territorio, las que dictan las leyes. Lo hacen sin ningún pudor, en los regímenes totalitarios; pero también en la mayoría de los llamados “países democráticos”. En estos últimos, lo consiguen a base de mentiras y propaganda (controlando los medios de comunicación) y corrompiendo o sobornando las diferentes instituciones de gobierno, justicia y policiales. Tampoco dudan, si todo esto no es suficiente, en provocar crisis económicas, que pagan siempre los estamentos más bajos de la sociedad, o incluso golpes de estado para mantener su control.
Para que nadie se llame a engaño, considero necesario aclarar que no soy un “rojo recalcitrante”, ni un anarquista. Creo firmemente en la libertad, la iniciativa privada y en la necesidad de todas las sociedades, de regirse por leyes.
Lo que me indigna y hace que aborrezca a los que se autodenominan defensores del imperio de la ley, es que éstos individuos, se saltan la que debería ser la ley suprema, y que todas las naciones del mundo se han comprometido a acatar: La declaración universal de los derechos humanos de la O.N.U. (30 artículos que, hacen innecesarias todas las demás leyes y constituciones; y en caso de aplicarse “todos”, harían de este mundo, un lugar mejor)
Es significativo que, los que defienden que la ley está por encima de todo, no la respeten en absoluto.
Así que, resumo:
Que sea legal no significa que sea justo.
La lucha contra la injusticia, puede que no sea legal, pero es legítima.
SOBRE LA RELIGIÓN
Soy ateo, puesto que estoy convencido de que Dios no existe.
Los antiguos egipcios, (el pueblo más culto y avanzado de su época) tenían dioses falsos
Los antiguos griegos, (el pueblo más culto y avanzado de su época) tenían dioses falsos
Los antiguos mayas, (tampoco se pueden despreciar su cultura ni conocimientos) tenían dioses falsos
¿Cómo pueden creer los cristianos, que la religión verdadera, es la modificación hecha por los discípulos de un “rabino”, sobre una religión inventada por pastores incultos, que se creían el pueblo elegido?
¿Y los musulmanes?
¿Y los… etc. etc.?
¿Cómo y porqué surgen las ideas de los dioses y de la vida después de la muerte?
Para mí, la respuesta es sencilla: Ignorancia y miedo
Los humanos somos la evolución de unos primates, en los que se desarrolló especialmente, el raciocinio y el lenguaje, amén de la habilidad manual. La capacidad de razonar hizo que aprendiéramos a sacar provecho del entorno, utilizando el fuego, construyendo herramientas e incluso aprendiendo a cultivar vegetales y a domesticar animales. No obstante, sus limitados conocimientos no les permitían dar explicación a fenómenos naturales, como el cambio de las estaciones, los rayos, los truenos o las erupciones volcánicas; tampoco del funcionamiento de su cuerpo o cerebro. Imagínate el desconcierto de una madre primitiva, que ve y habla en sueños con un hijo o un marido, muertos tiempo atrás, por una fiera, una enfermedad o cualquier accidente. A partir de ahí, algunos “listillos” se inventaron seres sobrenaturales y todopoderosos, de los que se auto-nombraron representantes (brujos o chamanes), consiguiendo así, un gran estatus y poder en sus comunidades. Con el paso del tiempo y mejores o peores modificaciones, aparecieron las diferentes religiones.
No deja de ser significativo que todas premian la bondad, la obediencia y el sometimiento a sus leyes con la vida eterna en el paraíso, y solo premian la lucha, si es contra los que no aceptan dicha fe. Estas creencias, convienen a los poderosos y las clases dominantes, que han favorecido su expansión y mantenimiento a través de los siglos, para evitar que los humildes se subleven; a pesar de que los avances en los conocimientos de la humanidad, demuestran claramente, lo insostenible de la idea de un creador consciente, todopoderoso y eterno.
Si existiera un Dios todopoderoso, sin duda se hubiera “cargado” a sus representantes; al menos a aquellos que, en su nombre, han cometido los mayores crímenes contra la humanidad.
Ésta es mi opinión; tú eres muy libre de tener la tuya.
* CARPE DIEM, MEMENTO MORI
Esta vieja fotografía familiar (mi abuelo materno es el que está sentado a la derecha), ilustra la cita. La traducción, no literal, que hago del latín es:
Aprovecha cada día, recuerda la muerte
* SI LLORAS POR PERDER EL SOL, LAS LAGRIMAS NO TE DEJARAN VER LAS ESTRELLAS. R. Tagore
La declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el medio ambiente
El siguiente escrito, reproduce la carta que envió en 1855 el jefe indio Seattle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suwamish en el noroeste de los Estados Unidos, lo que ahora es el Estado de Washington.
Los indios americanos estaban muy unidos a su tierra no conociendo la propiedad, es más consideraban la tierra dueña de los hombres.
Carta del Jefe Indio Seattle
El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.
¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. "Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.
No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.
El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.
Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí.
Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.
Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.
Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con él de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueños de nuestras tierras; pero no podéis serlo. Él es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para Él y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún, en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia....